Instantes monótonos sin espacio a la alegría, espacios que recuerdan caminos transitados entre personas y entes desconocidos, los otros que parecen no estar y tu que te pierdes entre todo eso.
Es el mar se esta convirtiendo en un pasillo lleno de personas, un pasillo donde al final espera mi libertad y mis días de cautelosa tranquilidad artificial, me muevo al ritmo del concreto, de las calles dejando saber una civilización. Hay instantes lejanos en mi mente para liberar dopamina y pintar todo en tonalidades verdes.
Entonces regreso y me hago presente con el mundo mirando por una ventana.
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